jueves, 15 de octubre de 2009

El Fantasma de Felicitas Guerrero

Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto era la hija de Carlos José Guerrero (quien introdujo al país las vacas de raza Aberdeen Angus) y de Felicitas Cueto y Montes de Oca.

En 1862, todavía en su adolescencia, Martín Gregorio de Alzaga (nieto de Martín de Álzaga y uno de los hombres más ricos del país) pide a Carlos la mano de su hija; aunque ella ruega a su padre que no la obligue a casarse con ese hombre, que en ese momento tenía alrededor de 60 años, el casamiento se lleva a cabo para que ella “sentara cabeza” (y por la fortuna de este buen hombre, por supuesto). De ese matrimonio, celebrado dos meses después, nacen dos hijos pero ambos mueren (uno al nacer y el otro de fiebre amarilla); poco después, muere Martín que no había podido superar la depresión. Así, Felicitas, a los veintitantos años (varían las historias en cuanto a la edad pero no pasaba de los 26), queda viuda, inmensamente rica y con propiedades que incluían campos, tres estancias y una casa en Barracas.

Luego del luto, comienza a asistir a diversas fiestas de la sociedad; era famosa no solo por su belleza, sino también por su dulzura y buen carácter por lo que los pretendientes le sobraban. En una de esas fiestas conoce a Enrique Ocampo (tío de Victoria) que le declara su amor; comenzó a acosarla y perseguirla y a Felicitas, que en un principio se había sentido atraída, ya le estaba resultando molesta su presencia. Enrique prometió transformarse en su sombra….

Felicitas, luego de enviudar, se había hecho cargo de los campos, y repartía su tiempo entre ellos y su quinta de Barracas. Cuenta la leyenda, que viajando desde la estancia Juancho hasta La Postrera, se desata una fuerte tormenta; el dueño del campo por donde estaban pasando, Samuel Saenz Valiente los refugió en su casa y ella quedó deslumbrada por este estanciero, con el que planeó casarse.

En enero de 1872, Felicitas estaba organizando en su estancia lindante al Río Salado, una fiesta con motivo de la inauguración del Puente La Postrera el 2 de febrero, que unía Castelli con Chascomús (y que durante mucho tiempo fue parte del camino a Mar del Plata) y del que ella sería la madrina. El 29, viaja a Barracas a hacer algunas compras para esa ocasión; al llegar a su quinta, le avisan que Ocampo la estaba esperando, aparentemente para reclamar por su amor, exigir explicaciones sobre por que no había sido el elegido.

Ella consideró inoportuno atenderlo y se lo hizo saber. Que pasó esa noche? No se sabe con certeza… Si se sabe que Ocampo disparó por la espalda a Felicitas, atravesando su pulmón derecho y que él terminó muerto: algunos dicen que fue él mismo quien se disparó cuando vio lo que había hecho y otros, que fue Demaría, primo de Felicitas que se encontraba en la quinta, quien lo mató. Al día siguiente, 30 de enero, ella muere en brazos de sus padres.

Los padre de Felicitas mandaron construir una capilla en homenaje a su hija. El lugar que se eligió para la construcción fue el mismo donde Felicitas fue asesinada, actualmente la calle Pinzón 1480, en pleno barrio de Barracas. El arquitecto fue Ernesto Bunge, quien si bien fue un arquitecto formado en Berlín, revalidó su título en la Universidad de Buenos Aires, transformándose en el primer arquitecto en recibir ese título en la UBA.

La iglesia tiene un estilo neorrománico alemán y neogótico con diversos elementos germánicos, es la única en su estilo que quedó en pie del mundo, su interior está decorado con mármoles, mosaicos españoles, mampostería policromada, vitrales franceses. Posee un reloj inglés con carrillón de un metro de diámetro (restaurado en Inglaterra y puesto en marcha por el Príncipe Andrés de Gales en el año 1999) y un órgano Walter de origen alemán de 783 tubos.

Son muchas las historias tejidas alrededor de esta Iglesia, que es la menos elegida por los novios para casarse en toda la ciudad. En su interior se puede encontrar una escultura de Felicitas junto a su hijo Félix, construido en mármol de Carrara, lo que convierte a esta iglesia en la única con estatuas de seglares. La leyenda también dice que tocar esa estatua es asegurarse una vida desgraciada y trágica.

Las rejas, en cambio, les devuelven a los amantes despechados su amor para siempre, sólo deberán ir hasta la entrada y atar un pañuelo blanco en cualquiera de sus barrotes (aunque el cura encargado de la iglesia asegura que es frecuente encontrar ropa interior atada).

Muchos vecinos aseguran que el fantasma de Felicitas aún vive en la zona, y que todos los 30 de enero, se la puede ver en su vestido blanco, llorando desconsolada frente a las rejas y que las noches de tormenta pueden escucharse las campanas por alguna razón que aún no pudo ser descubierta.

La iglesia fue totalmente reconstruida hace pocos años por Félix Bunge, bisnieto del arquitecto original con el generoso aporte de la Embajada de Alemania… sobre la cual también existe una leyenda oscura, pero esa es otra historia que contaremos más adelante.

Dante Galeazzi, sacerdote a cargo de esa iglesia, afirma que todos "esos cuentos" son mentiras de personas ignorantes y que él jamás escuchó ruidos dentro del templo. Para mayor información todos los domingos a las 11 de la mañana se realizan visitas guiadas, con un costo es de $ 5.


Fuente: Blog "Fantasmas de Buenos Aires" y "La Historia de Felicitas Guerrero"

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